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EL TRASPORTE POR AGUA.

A lo largo de su historia, el hombre se ha desplazado sobre el globo terráqueo movido por la curiosidad, el espíritu de aventura, el hambre, las presiones sociales y económicas, las catástrofes naturales, el placer; y para ello utilizó y superó los recursos propios de su anatomía, los de la naturaleza que le rodeaba y los adelantos científicos y tecnológicos, que progresivamente le permitieron trasportarse y trasportar cosas por tierra, mar y aire. Cuando se vio limitado al mero uso del medio terrestre, acudió a los ríos y al mar, por la posibilidad de trasladarse con gran facilidad por la superficie de las aguas, y también por la de trasladar mercaderías.

El mar y los ríos son vías brindadas por la naturaleza, dispuestas a servir al trasporte, debiéndose recordar que tres cuartas partes del globo están cubiertas de agua. El trasporte por agua presenta la facilidad de un costo menor, ya que se evitan los gastos de establecimiento y conservación de la vía, que además, y en lo que al mar se refiere, se nos presenta, en principio, completamente libre, abierto a todos y utilizable por muchos individuos a la vez, donde la concurrencia puede ser ilimitada, asumiendo así un carácter internacional.

La navegación marítima ha favorecido la industrialización, sobre todo en lo que se refiere a la producción de bienes en masa en las zonas portuarias, zonas que en la medida en que pudieron aprovechar costos marginales, se convirtieron en poderosos centros industriales. En el curso del desarrollo técnico de la navegación, el tamaño del vehículo aumentó, mejorándose sustancialmente sus condiciones náuticas con la aplicación progresiva de los avances tecnológicos, al tiempo que el mejor conocimiento del mundo aumentó el campo de acción y mejoró la seguridad de aquella actividad. De esa manera los costos del trasporte bajaron en forma brusca, al tiempo que la sustitución del velero por el buque a motor y del buque de madera por el buque metálico, estimuló la aparición de nuevos ramos de la economía, permitiendo su industrialización.

Simultáneamente, en cambio, en este proceso promovido por el valor del tráfico de la navegación marítima, resultaron aniquiladas actividades económicas florecientes en otras épocas, porque a causa de sus costos más elevados, quedaron en estado de inferioridad. La importancia del petróleo corno fuente de energía subió a su vez en forma vertiginosa con el empleo y aumento de los buques tanques.

Antiguamente, la navegación era por lo regular más eficiente que el trasporte terrestre, llevado a cabo por caminos deficientes y con vehículos inapropiados, y mantuvo ese privilegio durante siglos, favorecida por las condiciones de resistencia limitada de la vía acuática, y por la cantidad relativamente pequeña de energía requerida para su superación, hasta que la introducción del ferrocarril vino a revolucionar este sistema de trasporte.

Con la aparición del ferrocarril, sólo los buques de gran volumen que navegaban en los ríos, resultaban superiores con su valor de tráfico a aquél, si bien perdieron todos los trasportes urgentes y los que representaban un alto valor específico. A esto se debe agregar que los riesgos de daños a las mercaderías aumentaban en la navegación en virtud de sus mayores manipulaciones; consecuentemente, quedó reservada a la navegación fluvial una oportunidad limitada de competencia con el ferrocarril, por lo que se refiere a determinados trasportes de masa de valor inferior, en tanto que éste siguió socavando la estructura tradicional de aquélla. La variedad creciente de mercaderías y de servicios movidos o brindados a través del mar impone a los transportistas marítimos una especialización de los medios utilizados. Esto tiene lugar desde principios del siglo pasado en un proceso que se acentúa con la aparición del buque devaporyla aplicación ala navegación marítima de los grandes avances tecnológicos.


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